Gabriel Ascárate transita sus primeros días como ex jugador de rugby. El sábado, se dio el gusto de cerrar su carrera en su club, Natación, rodeado por muchos amigos y ex compañeros y rivales. Asegura que se fue como quería, y que prefiere pensar en lo que viene antes que en lo que ya pasó. No siente nostalgia ni vacío. “Ya di todo lo que tenía. Creo que si seguía más tiempo, no iba a tener tantas ganas. Además venía con una lesión en el hombro. Ahora estoy yendo a una academia de fútbol, y el jueves me golpeé el tobillo. Me tuve que infiltrar para jugar el sábado. Imaginate si faltaba a mi partido despedida, je. Terminé bastante adolorido, pero fue un cierre espectacular”, destaca.
¿Es tiempo de relajarse? No. Sigue entrenándose con intensidad y yendo al gimnasio todos los días. “Siempre me gustaron mucho todos los deportes: jugar al fútbol, andar en bici, en moto. Pero el rugby no me permitía porque me podía lesionar. Empecé a darme esos gustitos más de grande. Además, yo necesito competir. A mí no me divierte tanto jugar por jugar. Necesito aprender algo y hacerlo bien para competir. De hecho, me metí en una academia de fútbol y me entreno como si estuviera por irme al Real Madrid, jaja. Estoy en esa búsqueda, así que todos los días hago alguna actividad deportiva”, asegura Ascárate, apoyado de fondo por la típica musiquita de Sportscenter, el noticiero de ESPN. “No tengo Playstation, yo soy loco de hacer deporte. Y mi vida, hasta lo laboral, siempre girará en torno a eso. Ahora quiero empezar a educarme para el día de mañana estar preparado para ser entrenador, director deportivo o cumplir alguna función dentro de un club”, completa.
Justamente, en el futuro cercano aparece el rol de director deportivo de Natación, ya acompañando a las nuevas autoridades que asumirán en el club. Sin embargo, en el horizonte también aparece Cascais, club de Portugal donde estuvo jugando hasta mediados de año y en el que aún tiene contrato como jugador. “Ahora en diciembre vuelvo para allá, para la segunda parte de la temporada. Si bien yo les aclaré que ya me retiré y no voy a jugar, ellos quieren que siga colaborando desde alguna función para que el club siga creciendo. Cascais es parecido a Natación: es un club que fue muy competitivo hace mucho, pasó por 20 años de sequía y ahora está resurgiendo. Pero mi idea no es quedarme allá, es ayudar y generar algunos vínculos comerciales que me permitan sostenerme económicamente mientras estoy en Tucumán. Porque yo quiero estar acá. Y lo que haga por el club es por amor nomás, no le cobraría. Pero eso demanda tiempo. Será un lindo desafío porque abarca muchas cosas. Ya estoy armando desde el staff de Primera hasta infantiles, entre otras cosas”, resume.
A Gabriel, que ha vivido en Francia y en Escocia, le tira Tucumán. Aquí está su familia, sus amigos y su club. “Recuerdo que cuando dejé Jaguares y me vine a Tucumán, estaba mal de la cabeza porque venía de muchas lesiones. Y terminé teniendo el mejor año de mi vida: sin lesiones y saliendo campeón con Natación, que llevaba 21 años de no ganar nada. Y fueron 21 años difíciles, con descenso incluido. El día que salimos campeones en 2017, dije ya está, esto es increíble, no le pido nada más al rugby, al menos como jugador. Y desde entonces empecé a disfrutar mucho más las cosas. Jugué cinco años más sin lesiones y con muchas ganas. Así funciona la cabeza del deportista”, ilustra.
El emblemático “12” de Natación confiesa que recuerda muy poco de su carrera (“no recuerdo casi nada de partidos, ni de contra quién jugué ni dónde, lo único que hice fue guardar muchas camisetas mías y de rivales”), pero que atesora dos momentos fundamentales: uno es ese título regional de 2017 al que hizo referencia, y otro fue el regreso a Primera, en 2010. “Yo estaba en Buenos Aires jugando un año en Biei, y hablando con dirigentes de Natación me dijeron que volviera un año y que hiciéramos un esfuerzo para darle envión al club porque estaba casi por desaparecer. Volví y logramos el ascenso. Éramos 18 jugadores. Y después de ascender, había que ver cómo mantenerse en Primera. Después de cumplir eso eso ya me fui a jugar afuera, porque desde el staff de Los Pumas me habían dicho que tenía que buscar un mayor nivel de competencia para seguir en el seleccionado”, recuerda.
Por su cabeza pasan momentos duros, como la fractura de mandíbula ante Francia y la de lesión de rodilla ante Irlanda, ambas en cancha de Atlético (las dos peores lesiones de su carrera), pero sin dudas el momento más difícil fue el del Mundial de Nueva Zelanda 2011, del que se quedó afuera pese a que todo indicaba que lo jugaría. Ascárate había sido una de las figuras en el título de los Pampas de Daniel Hourcade en la Vodacom Cup y había participado de los partidos de la gira previa. Sin embargo, el entrenador de Los Pumas, Santiago Phelan, no lo incluyó entre los 30 mundialistas. “Me dijo que yo era el jugador número 31 y que estuviera preparado, porque había muchas posibilidades de que jugara el Mundial”, recuerda. Sucede que Gonzalo Tiesi, centro del seleccionado, arrastraba una lesión de rodilla. Y en el mismo debut, un tackle dejó lo dejó fuera. “Yo me había juntado con unos amigos a verlo, el partido era a las 4 de la mañana. Cuando pasó lo de Gonzalo, me levanté y me fui a mi casa a tratar de dormir. No pude pegar un ojo. Apenas empezó a clarear, agarré la bici y me fui a San Javier. Volví y seguía acelerado, así que me fui a correr al Parque. Y no me llamaban. Así que les dije a unos amigos que me acompañaran a tomar un café, porque no podía más de la ansiedad. Encima me llamaba todo el mundo. Hasta los de ESPN me llamaron varias veces preguntándome qué sentía ahora que me iba al Mundial. Les dije que recién cuando me confirmaran les iba a contestar todo lo que quisieran”, relata.
No lo llamaron. Phelan llamó a Lucas Borges, wing de Pucará, para cubrir la baja de Tiesi. Nadie entendió nada. “Lucas ya estaba retirado del seleccionado, si en ESPN ya lo tenían invitado como panelista para el Mundial. Y nunca me llamó nadie para darme una explicación, cuando supuestamente yo era la primera reserva. Además, me habían llegado ofertas para irme a jugar al exterior, pero me habían dicho que dijera que no, porque si me iba me perdía la chance de jugar el Mundial y era casi obvio que iba. Al primero que le dije que no fue a Lyon. Imaginate, después me quería morir”, se ríe a la distancia Gabriel.
Tampoco pudo ir al de Inglaterra 2015. “Porque me desgarré en el captain’s run de un amistoso previo, contra Barbarians Franceses. En mi lugar iba a ir Matías Orlando, pero también se desgarró, así que terminó yendo Juan Pablo Socino. De todas maneras, aunque me hubiera gustado vivir la experiencia, tampoco reniego tanto de eso. Siempre fui un convencido de que cada uno tiene su vida y sus experiencia. A mí me tocó eso. Si iba al Mundial, quizás mi carrera hubiera sido distinta. Y si bien habrá algunos que hayan jugado varios Mundiales, muchos no pudieron disfrutar las cosas que yo sí pude en mi club”, asegura.
Entre las memorias del ex Puma, hay algunas vinculadas al fútbol, su otra gran pasión. Quienes lo han visto jugar, dan fe de que con la redonda es como mínimo tan bueno como con la ovalada. Cabe recordar sus días a la par de un incipiente Gonzalo Higuían, de quien se hizo muy amigo cuando Jorge Higuaín vino a Tucumán para dirigir al “Decano”. “Éramos compañeros en el colegio JIM y como el padre siempre estaba en el club, el ‘Pipita’ vivía en mi casa todo el día y nos íbamos a San Pedro. Después yo dejé de jugar al fútbol y a los dos años él aparece en River. Habíamos perdido contacto, en ese entonces no había whatsapp, era todo por mail. De hecho, una vez me mandó uno que nunca le contesté, ja ja. Creeme que era así, bien chiquito, y no pintaba para ser tan bueno. Después pegó el estirón, se hizo goleador y se fue al Real Madrid. Impresionante”, cuenta.
La última pregunta es de rigor: ¿cómo ve a Los Pumas para el Mundial de Francia del año que viene? Asegura que les tiene mucha fe: “tienen un equipazo, pero les pasa lo mismo que en un momento le pasaba a la Selección de fútbol. Tiene grandes figuras que brillan en sus clubes, pero les falta más tiempo de jugar juntos. Quizás por eso no terminan de alcanzar su potencia. Pero son un equipazo y como grupo se los ve muy bien. Creo que (el entrenador Michael) Cheika va a tener un lindo quilombo para armar esa lista”.